Vida y trabajo: ¿Cómo lograr una buena mezcla?
Tres dimensiones para tomar acciones y mejorar la experiencia de trabajo

La realidad suele ir más rápido que las teorías de los académicos, los sitios de consultoras y también de los blogs como éste. Por eso es que en cierto sentido las respuestas a los desafíos que la realidad impone pueden variar dependiendo de las condiciones y la cultura de cada organización. Por lo mismo las ideas que aquí te mostramos son un punto de partida para la reflexión dentro de tu empresa para así entender cuán relevante es este tema para las personas con las que trabajas y si estás haciendo los esfuerzos necesarios para darle cabida.
A propósito de cambios y de la realidad superando todo, ¿sabías que actualmente se está hablando de combinación trabajo-vida como concepto tanto como equilibrio trabajo-vida? Esto es así porque la realidad ha impuesto cambios que a veces vuelve imposible la separación vida-trabajo. La idea de que se puede trabajar de 8:00 a 16:00 y luego dedicarle tiempo a la familia, amigos e intereses particulares no parece muy adecuada a nuestros tiempos. En realidad es más probable que ambos mundos se intersecten.
Por ejemplo, con el enfoque clásico de equilibrio vida trabajo: Macarena podría trabajar de 9:00 a 17:00 y luego ir a su casa para estar con sus hijos, salir con sus amigas o ir al gimnasio. Sin embargo en realidad, y sobre todo luego de los cambios que motivó la pandemia del coronavirus, es posible que Macarena trabaje remoto entre 9:00 y 13:00, que luego cocine y almuerce, que después de eso trabaje dos horas más, que vaya a buscar a sus hijos al colegio y que luego, a las 18:00 se conecte a una reunión con su equipo.
Independiente de qué acercamiento tengas al tema, hay una pregunta que permanece y que tal vez se ha vuelto aún más relevante. ¿Cómo hacer que el trabajo y vida se complementen, potencien y a la vez impulsen el desarrollo pleno de cada ser humano? Y al mismo tiempo ¿cómo ayudar a esas personas a alinear los propósitos individuales con los de la empresa para que ambas logren sus metas?
No se ve nada de sencillo, ¿verdad? Las respuestas son más profundas de lo que podríamos pensar en un comienzo, pero realizándolas bien pueden hacer de tu organización un espacio apreciado, único y seguro para la diversidad de talentos que lo construyen.

Dimensión personal
Hay que hacer una reflexión individual que es clave para entender mejor si vida y trabajo se complementan bien. Una investigación publicada en Harvard Business Review da luces sobre este proceso. Mirar con distancia y preguntarse de dónde viene el estrés, cuántas horas estoy dedicando al trabajo, cuánto estoy sacrificando por mi trabajo es el primer paso para replantearse las prioridades e implementar cambios. Tal como se señala en el artículo al que hacemos referencia, muchos de los profesionales que están en la vorágine del trabajo y las obligaciones, no se da el tiempo para la reflexión. Por lo mismo parece muy relevante que sea la propia organización la que genere ese espacio. Establecer reuniones uno a uno donde estos temas sean puestos sobre la mesa, permitirán tener mayor claridad sobre las prioridades, los problemas y las eventuales soluciones antes de un posible colapso o renuncia del colaborador o colaboradora.
Dimensión colectiva
Si las tareas de un área específica dentro de la organización dependen de una persona, es más probable que esa persona no se sienta motivada a tomar descansos, días libres o vacaciones. Por el contrario, que los objetivos sean compartidos y las tareas puedan ser desempeñadas por otras personas generará una sensación de alivio entre quienes son parte de un equipo. Del mismo modo funciona generar metas realistas y consecuencias claras en relación a esas metas. Estas metas realistas aumentarán la posibilidad de cumplirlas, le permitirá a la persona tener más claridad y flexibilidad sobre sus tiempos y de paso aumentará su compromiso con la organización. Una investigación de Gallup mostró que quienes consideran que tienen metas realistas en sus trabajos también sienten que su vida está más equilibrada. Si además hay claridad entre todos quienes son parte de la organización de los bonos, beneficios o posibilidades de crecimiento que otorga conseguir las metas, se reforzará el compromiso, disminuirá la rotación y crecerá la productividad.
Dimensión cultural
No todas las empresas están diseñadas para convivir orgánicamente con algunas prácticas necesarias para alcanzar este equilibrio o esta buena mezcla. Por ejemplo si se permite el trabajo remoto, pero quienes consiguen ascensos son sólo los que trabajan presencialmente. O si los líderes de la organización nunca se toman vacaciones al tiempo que promueven el descanso de los trabajadores. Cuando una nueva política no viene acompañada de un cambio cultural se vuelve muy difícil que funcione y los líderes son clave en que discurso y hechos, políticas y cultura, sean consecuentes, consistentes e impulsen un desarrollo mayor entre las personas que forman parte de sus equipos.

Estas tres dimensiones tienen un factor común que las vuelve aún más determinantes. Se trata de entregarle más poder a las personas. Si escuchas más a quienes trabajan contigo, entiendes sus necesidades y tomas decisiones en base a ellas, estarás delegando poder. Esa delegación de poder aumentará la responsabilidad de cada miembro de la empresa, entenderá mejor la importancia que tiene para conseguir objetivos, se sentirá más comprometida con el propósito y terminará siendo una embajadora de tu cultura.